CÓCTEL EMOCIONAL…
Una mirada a la neurosis…
Por: José Giovanni Gómez


El término “NEUROSIS” data del año 1.769 y se aplicó en un principio a todas las enfermedades del sistema nervioso, de ello da cuenta el médico y químico William Cullen nacido en Lanarkshire (Escocia); Cullen, observo que en él se agrupaban los síntomas de los trastornos sensoriales creados por una enfermedad del sistema nervioso.

Pero en realidad, quien le dio mayor importancia y desarrolló la teoría de la de la neurosis, fue el psicoanalista Sigmund Freud.

La neurosis, se podría definir como una estrategia que desarrolla la persona para evadir lo inaceptable (emociones), un mecanismo para evitar el sentimiento de angustia existencial o ansiedad. En resumen se pude decir que la neurosis mantiene elevados mecanismos de defensa para no enfrentarse a las emociones, pensamientos o instancias de la realidad que le resultan amenazantes o que  generan inseguridad y falta de control.

Este trastorno tiene una característica y es que no hay pérdida de realidad, es decir que no se sufre de alucinaciones, por el contrario lo real se adecua a lo que la sociedad define como real y es aquí donde a veces la persona no logra encajar.

Para Freud, una conducta normal es aquella que le permite a una persona gozar de salud mental, es decir que la persona cuenta con una participación consciente y activa en lo que se refiere a la aceptación de su realidad, sin acudir a la negación u otros recursos para crearse una realidad que le sea más soportable, además actúa para transformar su vida de forma objetiva y no sólo imaginativa. Por el contrario, aquel que padece de neurosis hará uso de la negación para evitar hacer frente a una vida que le duele o que no le agrada.

En psicología, se conoce a la neurosis como un desequilibrio de la mente  causado por la ansiedad y que se produce sin que exista un daño orgánico. Según se conoce por expertos, los seres humanos se protegen de la angustia a través de mecanismos de defensa, entre los que se puede encontrar la negación, el desplazamiento y la represión. Estos mecanismos hacen posible compensar la angustia por medio de concepciones imaginativas.

Lo anterior, conlleva al neurótico a repetir ciertas conductas de manera constante para reducir el estrés que le genera una determinada situación o sentimiento.

De igual forma, su manera de actuar es insana y se convierte en una persona incapaz de analizar fríamente su entorno y buscar soluciones, por lo que recurre a negar su realidad y desconocer la causa de su perturbación.

En la actualidad el 40% de la población mundial (7.347 miles de millones), sufre de neurosis, un porcentaje elevado comparado con otro tipo de enfermedades y trastornos de personalidad.

Asimismo, el concepto como tal ha evolucionado y entrado en desuso tanto en la psicología como en la psiquiatría; hoy los expertos y la OMS (Organización Mundial de la Salud) prefieren referirse a distintos tipos de trastornos (de ansiedad, disociativos, depresivos, etc.) que conforman a su vez otros tipos de trastornos como fobias, personalidad múltiple, ciclotimia, distimia, hipertimia e insomnio, entre muchos otros.

No es tema de este escrito entrar a definir cada uno de estos trastornos, pero si abrir un poco más el panorama referente a los estados más comunes en este tiempo; la bipolaridad, la ansiedad y la angustia…

Bienvenidos entonces a descubrir la neurosis.

TRASTORNO BIPOLAR

El trastorno bipolar es conocido también como trastorno afectivo bipolar (TAB) y antiguamente era conocido como psicosis maniaco-depresiva (PMD), originalmente se conoció el trastorno durante casi un milenio luego de la caída del imperio romano, se denominaba como hipótesis humoral y fue acuñada por los griegos quienes impusieron la teoría de la causa de la depresión y la manía. La hipótesis humoral afirmaba que la “melancolía” (depresión) era el resultado de un fluido corporal conocido como la “bilis negra”, mientras la manía (locura) era causada por otro fluido corporal llamado entonces “bilis amarilla”. De  allí que las palabra depresión y manía tienen su etimología en el lenguaje griego clásico; la palabra melancolía se deriva de la raíz melas (negras) y jolé (billis) y se usó en la teoría de los cambios de humor de Hipócrates.

De otro lado los orígenes de la palabra manía no están muy claros, se conoce una propuesta hecha por el médico  romano Celio Aureliano, que incluye la palabra griega “ania” que significa una gran angustia mental y “manos” que traduce relajado o suelto; lo anterior, nos indica de mente o alma excesivamente relajada.

Asimismo, el médico y filósofo Areteo, quien vivió en Alejandría entre los años 30 Y 150 A.C. fue el autor de varios textos donde se da un concepto unificado del trastorno maniaco-depresivo. Según Areteo, la manía es un aumento de la melancolía y se entiende como el polo opuesto de la misma; es decir, un exceso de depresión que relaja la mente de tal forma que se convierte en manía, una negación disfrazada de excesivo optimismo.

El concepto moderno del trastorno maniaco-depresivo da cuenta de 1850. El 31 de enero de 1854, Jules Baillarger describió a la academia de medicina del imperio Francés una enfermedad mental de dos fases que oscilaba entre la manía y la depresión. Este trastorno fue conocido en su momento como folie circulaire (locura circular) por Falret y como folie á double forme (locura de forma dual) por Baillarger.

El origen del trastorno puede tener causas orgánicas, se cree que el mal aprovechamiento de los neurotransmisores cerebrales, serotonina y dopamina, estarían relacionados.

Trastorno bipolar Tipo 1

Este trastorno se caracteriza por episodios maniacos y en algunos casos acompañados de depresión leve o severa; la cual no es condición para que se dé el trastorno y el lapso de tiempo es mayor entre un episodio y otro.

Trastorno bipolar Tipo 2

En el trastorno tipo dos, los episodios de depresión son mayores y los maniacos son menos y difíciles de diagnosticar, ya que se pueden confundir con periodos de éxito con alta productividad; pueden aparecer síntomas psicóticos en los periodos de depresión, pero nunca en los maniacos. Se considera que en el trastorno tipo dos el tiempo se reduce entre un episodio y otro, se puede convertir en crónico y aparecen cuatro o más veces en el año.

Trastorno bipolar Tipo 3

Este trastorno se puede evidenciar en pacientes con demencia temprana, inestabilidad anímica, desinhibición sexual, agitación y conducta impulsiva.
Además, se atribuye a pacientes de edad avanzada mayores de 50 años y se conoce como trastorno bipolar geriátrico; se determinan por alteraciones de estado de ánimo alterado  por herencia o por factores externos, como fármacos, alteraciones hormonales, drogas o estrés.

Ritmo circadiano: nuevo estudio

Estudios recientes han relacionado el trastorno bipolar, la depresión clínica y el trastorno afectivo estacional, con el reloj biológico o desorden del ritmo circadiano. El trastorno de sueño en una persona se convierte en causa y síntoma, esto hace que el afectado entre en un círculo vicioso que empeora la situación; el poco sueño lo lleva a episodios maniacos que a su vez producen menos sueño.

Muchos de nosotros por años hemos escuchado una palabra que la relacionamos con nervios, temor, tristeza y frustración, pero en realidad es un trastorno que a menudo nos ataca. La ansiedad.

Ansiedad

Palabra del latín anxietax, angustia, aflicción; ansiedad se le denomina a la respuesta anticipada involuntaria del organismo a estímulos que pueden ser externos o internos, tales como pensamientos, ideas, imágenes, etc. Que son percibidos por el individuo como amenazas o peligros, además van acompañados por un sentimiento desagradable o de síntomas somáticos de tensión.

La ansiedad es una emoción que surge cuando una persona se siente en peligro, sea real o imaginario. Es una respuesta normal o adaptativa, que prepara el cuerpo para reaccionar ante una situación de emergencia. Por lo tanto, tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Para preservar su integridad física ante una amenaza, el ser humano ha tenido que poner en marcha respuestas eficaces y adaptativas durante millones de años: la reacción de lucha o huida.

Ante una situación de alerta, el organismo pone a funcionar el sistema adrenérgico. El sistema adrenérgico es aquel integrado por un conjunto de fibras nerviosas simpáticas, pertenecientes al sistema nervioso autónomo, que utilizan como neurotransmisor la adrenalina. Es un sistema que actúa controlando las acciones involuntarias del cuerpo, y respondiendo básicamente a los impulsos nerviosos de la médula espinal, hipotálamo y tallo cerebral.

Estas fibras nerviosas pertenecientes al sistema simpático estimulan las acciones involuntarias del cuerpo a través de neurotransmisores como la adrenalina, noradrenalina, dopamina y acetilcolina. Estos controlan la actividad homeostática del sistema nervioso simpático.

El sistema dopaminérgico se activa cuando el organismo considera que va a perder un bien preciado. En esta situación, el organismo entra en alerta amarilla ante la posibilidad de la existencia de una amenaza, que no es lo mismo cuando la amenaza se convierte en real, pues en ese caso lo que se libera es adrenalina.

En las sociedades avanzadas modernas la ansiedad, se ha desarrollado de forma patológica y conforma en algunos casos, cuadros sintomáticos que constituyen los llamados trastornos de ansiedad, que tienen consecuencias negativas y muy desagradables para quienes la padecen.
Entre los trastornos causados por ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno de pánico,  trastorno por estrés, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad social, entre otros. El miedo escénico, que en algún momento de nuestras vidas experimentamos, es una forma de ansiedad social, que se manifiesta frente a grupos y ante la inminencia de tener que expresarse en público o por efecto de imaginar dicha acción. En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.

El límite entre la ansiedad normal y la ansiedad patológica no es fácil de definir y puede variar entre los individuos en función de los rasgos de personalidad o, sobre todo, en función de lo que se ha descrito como un estilo cognitivo propenso a la ansiedad. Los criterios diagnósticos del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en las ediciones cuarta y quinta, señalan que la ansiedad debe considerarse patológica cuando “la ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativos o deterioro social, laboral o de otras áreas importante de actividad”.

Cuando hay una reacción exagerada e intensa, como en los ataques de pánico o crisis de ansiedad, o cuando dicha reacción se convierte en un hábito, podemos hablar de trastorno por ansiedad y se convierte en patológico.

En este momento, cuando ya la ansiedad se convierte en patológica provoca malestar significativo, con síntomas que afectan tanto el plano físico como el conductual y psicológico; a continuación relacionaremos los síntomas:

Físicos

·         Vegetativos: sudoración, sequedad de boca, mareo, inestabilidad.
·         Neuromusculares: temblores, tensión muscular, cefaleas (dolor de cabeza), parestesias (cosquilleo, sensaciones de calor y frio).
·          Cardiovasculares: palpitaciones, taticardía, dolor precordial.
·         Digestivos: náuseas, vómitos, dispepsia (dolor de estómago, ardor y flatulencias), diarrea, estreñimiento, aerofagia (ingestión de aire que genera flatulencias o molestias intestinales), meteorismo (Abultamiento de abdomen).
·         Genitourinarios: micción frecuente, problemas sexuales.

Psicológicos y conductuales

·         Aprensión, preocupación.
·         Sensación de agobio.
·         Miedo a perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente.
·         Dificultad de concentración, sensación de pérdida de memoria.
·         Inquietud, irritabilidad, desasosiego.
·         Conductas de evitación de determinadas situaciones.
·         Inhibición o bloqueo psicomotor.
·         Obsesiones o compulsiones.

Estos niveles pueden influirse unos con otros, es decir, los síntomas cognitivos pueden exacerbar los síntomas fisiológicos y estos a su vez disparar los síntomas conductuales.

Para la detectar el grado de ansiedad del paciente, se ha creado una escala conocida como HARS por sus siglas en inglés, Hamilton Anxiety Rating Scale, la cual adopta este nombre, gracias a Max R. Hamilton, quien la desarrolló.

1.   Estado de ánimo ansioso.
2.   Tensión.
3.   Temores.
4.   Insomnio.
5.   Intelectual (congnitivo).
6.   Estado de ánimo deprimido.
7.   Síntomas somáticos generales (musculares).
8.   Síntomas somáticos generales (sensoriales).
9.   Síntomas cardiovasculares.
10.                Síntomas respiratorios.
11.                Síntomas gastrointestinales.
12.                Síntomas genitourinarios.
13.                Síntomas autónomos.
14.                Comportamiento durante la entrevista (cuestionario): Tenso, no relajado, agitación nerviosa: manos, dedos cogidos, apretados, tics, enrollar un pañuelo; inquietud; pasearse de un lado a otro, temblor de manos, ceño fruncido, cara tirante, aumento del tono muscular, suspiros, palidez facial. Tragar saliva, eructar, taquicardia de reposo, frecuencia respiratoria por encima de 20 res/min, sacudidas enérgicas de tendones, temblor, pupilas dilatadas, exoftalmos (proyección anormal del globo del ojo), sudor.

La ansiedad puede cursar como sintomatología asociada a varias psicopatologías, como la depresión, obsesiones, estrés, postraumático, algunos trastornos de personalidad, adicciones, pero también puede significar que tenemos algún problema emocional, como puede ser atravesar un duelo, que estamos pasando por una época de crisis personal o cambios emocionales, que tenemos relaciones afectivas complicadas que no sabemos o no podemos manejar, que estamos sufriendo una crisis de identidad, que tenemos problemas de adaptación al entorno o a situaciones nuevas, que tenemos problemas de autoestima, o que estamos cometiendo lo que llama errores de pensamiento. Son pensamientos que realizamos de forma automática pero que tienen la propiedad de activar la rama simpática del sistema nervioso autónomo.

Hasta este punto hemos tratado los trastornos más comunes y escuchados en nuestro diario vivir, quizá no los identifiquemos, pero hasta cierto punto hemos experimentado algunos síntomas de tipo normal o patológico.

La neurosis como tal es un gran cumulo de trastornos, síntomas y emociones y se puede enmarcar en un concepto milenario muy conocido y escuchado; la angustia… a diario se puede escuchar exclamar “estoy angustiado o angustiada”.

Su raíz etimológica es del latín angustia (angostura – dificultad) se trata de un estado afectivo que implica un malestar psicológico, acompañado por cambios en el organismo, cambios mencionados anteriormente en cada uno de los trastornos relacionados.

A lo anterior, se suma un estado emocional penoso y de sufrimiento psíquico donde el individuo responde a un miedo desconocido. La angustia es un sentimiento diferente al miedo ya que éste último está referido a un objeto particular, mientras que la angustia se teme a lo desconocido.

Los síntomas del trastorno por angustia son variados y pueden afectar el desarrollo de la vida normal, estos pueden ser:

·         Aparición de tristeza y pena intensa.
·         Sentimientos de culpa e ideas de autoeliminación.
·         Pérdida de placer por los gustos de la vida.
·         Falta de ganas para las tareas cotidianas.
·         Falta de motivación para el empleo, la vida familiar, las relaciones sociales e incluso sexuales.
·         Descenso de la vida intelectual.
·         Ansiedad.
·         Trastornos del humor.
·         Inestabilidad emocional.
·         Impulsividad.
·         Trastornos asociados en la alimentación e incluso en la sexualidad.

Las causas que provocan angustia en un individuo son variadas, al igual que los síntomas, y suelen relacionarse con situaciones importantes que ocurren en la vida como:

·         Situaciones que pongan en riesgo la seguridad física.
·         Incidentes emocionales impactantes, como violaciones, asaltos, secuestros, abuso sexual, atentados o desastres naturales.
·         Situaciones de inseguridad pública.
·         Pérdida del empleo.
·         Muerte de algún familiar o amigo cercano.
·         Problemas de pareja.
·         Estrés.

El trastorno por angustia tiene por característica la presencia de crisis repetitivas e inesperadas, seguidas de la aparición, durante un periodo como mínimo de un mes, de preocupaciones persistentes por la posibilidad de padecer nuevas crisis de angustia y por sus posibles implicaciones o consecuencias. Este trastorno se considera como un veneno psicológico ya que puede llegar a diezmar a la persona de tal forma que experimente un cierto grado de parálisis emocional.

La modernidad nos trae consigo avances inimaginables, pero también cada vez un mayor grado de trastornos emocionales, físicos y espirituales, causantes de adicciones y relaciones destructivas que poco a poco van minando al ser humano quien a toda costa busca la autodestrucción; el reconocer los síntomas y actuar a tiempo pueden hacer la diferencia para vivir plenamente.

No dejemos de hacer ejercicio físico, establecer prioridades y saber delegar, valorar lo que tenemos y disfrutarlo, aprovechar el tiempo libre y compartirlo con la familia. De esta forma podremos liberarnos de estos trastornos que se convierten en tiranos que nos convierten la vida en sufrimiento. Neurosis… un término de cuidado, es mejor no abrirle la puerta.



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